Si queremos tener energía e ir a toda velocidad tenemos que alimentar a nuestro cuerpo. Pero no alimentarlo de cualquier manera, alimentarlo bien.
En los últimos años no paro de ver como la gente recomienda dietas en las que se suprime alguno de los nutrientes esenciales. Estas dietas llamadas por algunos “dietas milagro” pueden llegar a tener efectos muy nocivos para nuestro cuerpo y no me refiero únicamente al “efecto rebote” que os hará ganar unos kilos, quizá ese sea la consecuencia menos mala que obtendréis. Me refiero a un empeoramiento general de vuestro estado de salud, tanto a nivel físico como a nivel anímico y, como consecuencia de un bajo rendimiento deportivo.
Nuestra alimentación debe estar compuesta de tres nutrientes básicos: Proteínas, carbohidratos y lípidos.
Las Proteínas son el alimento preferido de nuestros músculos. Además de intervenir en el desarrollo muscular y en el sistema inmunológico, colaboran en la reparación y construcción de tejidos, ahí es nada 😉
Eso sí, no os dejéis engañar con todos esos posters de hombres y mujeres culturistas gracias a la ingesta de arginina, creatina, carnitina…o lo que es lo mismo, proteínas. Sí, son nuestras amigas pero no harán que tu cuerpo se desarrolle de forma exagerada ni mucho menos harán todo el trabajo por ti.
Los Carbohidratos gozan de bastante mala fama y son los principales damnificados de estas “dietas milagro”, sin embargo son imprescindibles ¡ni se os ocurra eliminarlos de vuestras vidas! son nuestra principal fuente de energía.
Existen carbohidratos cuya degradación es lenta por su bajo índice glucémico y también los hay con un alto índice glucémico.
Como norma general podríamos hablar de consumo de alimentos con bajo índice glucémico antes de empezar el ejercicio y aquellos con mayor índice glucémico (glucosa, patata, arroz…) ingerirlos durante y después del ejercicio.
Pero si hay algo que tiene peor fama aún que nuestros colegas los carbohidratos son Los Lípidos, que cumplen funciones importantísimas en nuestro organismo: reguladora, energética, transporte y estructural.
Hay dos tipos de lípidos o grasas, saturados e insaturados.
Las grasas saturadas, procedentes de las grasas animales, elevan el colesterol malo y las insaturadas, que proceden de grasas vegetales, elevan el colesterol bueno y logran mantener a raya el colesterol malo, entre otras cosas.
Resumiendo, aconsejo cinco comidas diarias. Tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos adicionales. El desayuno y la comida han de ser las más fuertes, evitando bollos y frituras. La cena ha de ser ligera, ensaladas, verduras… Nuestra alimentación diaria ha de responder al porcentaje 60, 25, 15; Carbohidratos, Proteínas, Lípidos.
En épocas de competición aconsejo aumentar la ingesta de carbohidratos y proteínas.
Chema Martínez.