En el running, como en la vida, es importante buscar unos buenos aliados que nos sumen, que eviten que caigamos y que poco a poco nos hagan ser mejores.
Hemos hablado en más de una ocasión de la importancia del entrenamiento invisible, una de las partes que podemos incluir en nuestro entrenamiento es la recuperación.
Porque tan importante es entrenar como dedicar algo de tiempo a recuperar nuestros músculos, articulaciones y tendones. De lo contrario estaremos comprando muchas papeletas para sufrir lesiones.
Como decía aquel “cada maestrillo tiene su librillo” y, como no, yo tengo mis pequeños trucos o preferencias en cuanto a la recuperación tras los entrenamientos.
Cuando nos sentimos doloridos después de un entrenamiento una buena alternativa es la aplicación de frío.
Yo siempre he incorporado el frío después de entrenar, en mi opinión tiene muchos beneficios y desde que lo incorporé como rutina en mis entrenamientos nunca me ha fallado.
En el caso en el que decidamos aplicar frío local tenemos que tener en cuenta algunas cosillas:
- No sobrepasar nunca los 15 minutos.
- Espaciar las aplicaciones cada 2 o 3 horas, en un total de cuatro o cinco veces al día.
- No aplicarlo directamente sobre la piel ya que podríamos quemarnos.
El frío lo podemos aplicar de forma local, o bien en baños. En este último caso lo ideal sería realizar esos baños de agua fría a una temperatura de 10ºC durante unos diez minutos.
En el caso de sobrecarga muscular el calor será nuestro gran amigo. Debemos relajar la musculatura y para ello podemos meternos en agua muy muy caliente, de forma que evitaremos contracturarnos.
Importante, el calor puede provocar una bajada de tensión por lo que es aconsejable aplicar un golpe de agua fría para volver a nuestro estado inicial.
Y ¿qué hay de los contrastes frío-calor? Es una técnica que puede usarse como una parte más de entrenamiento. Cuando terminamos los entrenamientos es normal tener algunas zonas doloridas y esta técnica nos ayudará a estar en perfecto estado. La forma de hacerlo es alternar agua muy caliente (40ºC) y agua fría (10ºC o menos). En el caso de lesión pondremos énfasis en el frío, y si no la hay el tiempo de frío y calor será el mismo. Podemos tratar solo la zona dolorida, o todo el cuerpo.
El efecto que consiguen los contrastes frío-calor en nuestro cuerpo es la movilización del sistema circulatorio (vasodilatación y vasoconstricción) algo que pondrá nuestros procesos recuperatorios en funcionamiento.
Podemos terminar con agua fría o caliente, yo suelo hacerlo con agua fría. Si por el contrario, tú decides terminar con agua caliente, después deberás aplicar una ducha de agua fría.
Por último, otro de los métodos que yo suelo usar, sin abusar, son las saunas. Es una herramienta perfecta para eliminar toxinas, abrir poros, dilatar vasos y estirar.
Si te decantas por la sauna has de tener precaución y:
- Presta especial atención a tu hidratación, hay que beber más agua ya que perderemos agua y sales.
- Diez o quince minutos será suficiente.
- Es conveniente terminar con una ducha o baño de agua fría.
Estos son las formas de recuperación que yo suelo utilizar. Insisto, recuperar es una parte muy importante que no debemos olvidar.
Chema Martínez.